miércoles, 16 de enero de 2013

Trosky (Capítulo II)


Tras un par de semanas, Trosky ladró y ya supimos que era un perro normal, un poco feíto, pero para nosotros nuestro mejor primer perro!.
Pasado el verano, volvimos al piso de Coruña, y Trosky enseguida se adaptó. Sus cuatro paseos diarios por el parque le permitían seguir con su agenda habitual y conocer a otros perritos del barrio. También nos permitieron conocer a otra gente que paseaba a sus animales por el mismo sitio, y ver lo especial que resulta que cuando llegas a un grupo de dueños de perros, ¡el saludado sea el perro y no tú! 
En fin, que Trosky nunca hizo muy buenas migas con ninguno de ellos, suponemos que por su edad ya no era juguetón, y si se le acercaba alguno con ganas de fiesta, lo único que hacía era gruñirles. En cuanto ya consideraba que el paseo era suficiente, daba unos ladridos como diciendo: Venga, vámonos para casa, y allá que nos íbamos, con sus orejas bien tiesas y esos andares de chulito.
Lo que más le gustaba era echarse a dormir en la alfombra del salón, en un ángulo del sofá, así que le pusimos una pequeña alfombrita encima... Pero en cuanto cogió confianza, dio "el salto" y se acomodó directamente en el sofá. 
Continuará...

3 de abril de 2005 ¡Siesta!

11 de diciembre de 2005 ¡Más siesta! con Irea y Mingo

Trosky (Capítulo I)

Esta es la historia de Trosky, nuestro primer perrito, que llegó a nosotros con el año 2000 y nos dejó 10 años después, el 22 de diciembre de 2010. Con este pequeño recuerdo quiero agradecerle todo lo que nos dio, cariño, fidelidad, alegría y también algo de trabajo ;o).

Tengo un primo que por aquellos años regentaba un Mesón en Miño, y durante el verano se le acoplaron dos perrillos callejeros. Constantemente intentaba echarlos, pero los clientes les daban de comer a hurtadillas, con lo que los perros rondaban las mesas.
Uno de ellos, un mestizo de pequinés, de color marrón y pelo largo. El otro, al que bautizó como Ramón, era probablemente familiar de chihuahua pero bien alimentado.
El problema para mi primo era que la gente creía que los perros eran suyos pero que no los alimentaba, por lo que incluso una pareja de extranjeros llegaron a volver al día siguiente para traerles de comer. 
Harto de la situación, los metió en el coche y se fue a la zona de la playa, y en un momento en el que vio que había bastante gente paseando, los bajó y los dejó por allí, para que algún alma caritativa los recogiese. Fue a hacer unos recados, y cuando volvió al local, ¡los perros ya habían llegado!
Nosotros íbamos enterándonos de estas aventuras cada vez que íbamos a visitarlos, y veíamos aquellos perros tan feos y sucios.
Un día nos contó que los había vuelto a llevar a otro sitio, a unos 10 kilómetros de distancia, porque representaban un grave problema para él. Evidentemente, tendría que haber actuado de otro modo, llamando al ayuntamiento para que los recogieran, pero por suerte para nosotros, no fue así. El caso es que pasados unos cuantos días, el pequinés no volvió, pero Ramón sí lo hizo, y por allí seguía, con el pelo esblancuxado y sucio...
Entonces, Luis dijo: ¿no queríais un perro? ¿por qué no nos lo llevamos? y yo lo miré y dije: ¡pero si é máis feo que o demo!
¿Y qué importa la belleza cuando un perrillo te mira con esos ojos que parece que se le van a salir?
Total, que lo metimos en el maletero y nos lo llevamos para Moruxo. 
Como Ramón no parecía un nombre muy adecuado, decidimos bautizarlo de nuevo. ¿Cómo lo vamos a llamar? Yo dije: todos los perros de antes se llamaban Laika o Trosky, y siendo chico, a éste le toca Trosky. Y quedó bautizado.
Lo dejamos suelto por la finca, con las niñas siguiéndolo a todas partes. El perro no decía ni guau, por lo que pensamos que tenía algún problema. Además, no hacía sus necesidades dentro de los ¡2000 metros cuadrados de finca! así que lo teníamos que sacar de paseo para que hiciera sus cosas. De eso dedujimos que era un perro urbano, que había vivido en un piso y asociaba la correa y el paseo con el pis.
Al día siguiente lo bañamos y lo llevamos al veterinario. Nos dijeron que debía tener unos 4 años y muy buena salud.
Continuará...
Su primera Navidad en casa