Hace un par de días, al llegar a casa del trabajo, decidí ir
hasta un prado cercano para ver si había salido alguna seta después de las
pocas gotas caídas los días anteriores. Es un lugar no explotado por los
seteros, donde tengo mi “vivero particular” de champiñones y Lepista Nuda, por
lo que me vais a permitir que no desvele su emplazamiento.
Empezaba a chispear y estuve pensando si ir o no, pero ya me
había cambiado los zapatos y cogido el cesto y el cuchillo, y además Frida y
Xiana ya estaban entusiasmadas con el paseo, así que allá me fui.
Para llegar al prado tengo que pasar por un camino amplio
entre dos bosquecillos, lo recorrí y me di un paseo por el lugar en el que
habitualmente crecen las setas. Dando una vuelta vi que de momento, la tierra
estaba muy seca, con lo que no había ni asomo de champiñones ni lepistas.
El día se iba convirtiendo en noche y al volver al camino, cerca ya de la
carretera, oí un ruido inusual. Miré hacia los árboles intentando localizar un
mochuelo, ya que el ruido era parecido al que emite esta ave nocturna, una
especie de “
maaau-maaau”. (Pincha para oírlo)
Como no vi el pájaro por ningún sitio, intenté localizar
mejor el origen del sonido, que seguía oyendo, simplemente por curiosidad. Así
pensé que podía ser un gato que estuviese en las zarzas que bordean el camino.
Miré y remiré pero tampoco vi nada, así que, aguzando el oído, detecté que el
ruido provenía de más abajo, del suelo.
Allí vi una seta cuesco de lobo, que cuando están maduras
explotan para diseminar las esporas. Entonces pensé: aunque nunca haya oído
algo así, es posible que la seta, al inflarse haga un ruido extraño. Sé que suena
un poco extraño, pero llegado este punto, yo ya no sabía qué pensar…
Con las orejas bien abiertas, busqué todavía más el origen
de aquel extraño sonido, y detecté que provenía de la tierra, un poquito más a
la izquierda del cuesco de lobo. Cogí un palito y escarbé un poco, esperando
que saliera cualquier cosa, un lagarto, un bicho o quizás encontrarme con la
madriguera de algún animal como un raposo o yo qué sé…
Entonces, cuando ya había apartado algo de tierra, vi que
algo rebullía, como cuando un topo sube. Seguí escarbando y apareció: ¡UN HOCIQUITO
y UNOS OJITOS cerrados!
Tiré el palito y empecé a escarbar con las manos, hasta que
saqué un cachorrito de perro y debajo de él otro más… Estaban muy fríos, llenos
de tierra, pero ¡VIVOS!
No os podéis imaginar la emoción que sentí en aquel momento,
una mezcla de confusión, dolor, alegría e indignación.
Cogí los perritos, los metí en el cesto y me fui corriendo
para casa, llorando a moco tendido y gritando a los cuatro vientos todos los
improperios que me salieron por la boca, y que no puedo transcribir por motivos
obvios.
Al llegar al portal de la finca, no sabía ni dónde había
metido la llave, y cuando por fin fui capaz de abrir y llegué a casa, gritando
todas aquellas maldiciones, Luis salió muy preocupado por ver qué me había
pasado. Yo estaba tan nerviosa que no podía parar de llorar. Le expliqué cómo
había sucedido todo y entonces pensé que a lo mejor no había mirado bien y
todavía había más, así que me volví a marchar, y cuando revisé bien vi que la
indignidad humana no se había superado y sólo eran dos los enterrados.
Los limpiamos un poco y lo primero que hicimos fue meterlos
en una cajita con una lámpara de calor, de las que uso para criar los pájaros.
Supongo que no llevaban mucho tiempo bajo tierra, porque hubieran muerto por
hipotermia o por asfixia.
Toda esta historia me ha hecho reflexionar en dos
direcciones:
La primera, ¿existe el destino? ¿Por qué aquel día
justamente decidí ir a ver si habían nacido las setas? Todavía no lo había
hecho en todo lo que va de mes… ¿Por qué no oí nada cuando pasé la primera vez
por el camino? ¿Por qué me llamaron para que los rescatara de una muerte
segura? Me siento la elegida, y aunque pueda parecer que voy a tener dos perros
más, creo que en realidad, son ellos los que van a tener una persona. Champiñón
y Lepista, dueños de Maricel.
La segunda, ¿sigue el hombre siendo primitivo en el S XXI?
¿Cómo es capaz de enterrar vivos a dos cachorros indefensos y al mismo tiempo
preocuparse de que la mascota virtual de su hijo no se quede sin comida? En
estos tiempos de globalización, exceso de información y tecnología punta,
entiendo que cualquier propietario de perros tiene acceso a la castración, a
los métodos anticonceptivos, o al aborto, llegado el caso. Y si no, entregar
los perrillos en un refugio o poner un anuncio en las múltiples páginas de
Internet hubiera sido la mejor opción.
Cualquier cosa antes que cometer esta indignidad, que espero que cargue sobre
la conciencia del ser inhumano que lo ha hecho y que le impida dormir de aquí a
la eternidad.
Pero nosotros, en Moruxo, felices con los nuevos habitantes,
sintiéndonos rejuvenecer otra vez, poniendo el despertado a las 4 de la
madrugada para hacerles el biberón, que tienen que comer cada 4 horas. Y así,
todavía con sus ojitos cerrados, vamos sintiendo su amor y se nos llena el
corazón de gozo.